Más vale saber que haber
No vivimos solos en el mundo, y cuando nos referimos al mundo laboral menos aún.
Debemos tener siempre presente al otro/otros. Nadie desarrolla su labor en una isla desierta sin contacto ni relación con otras personas. Si no hay jefe, porque somos nosotros mismos, hay cliente, si no, proveedor, si no, camareros que te trae el café hirviendo cada mañana. Pero siempre hay alguien. Aún no formando parte directa de tu entorno productivo, es gente que afecta a tu resultado. Cuántas veces llegamos con un cabreo enorme a nuestro puesto de trabajo porque el tráfico es un desastre y todos los demás conducen mucho peor que nosotros, logrando que no rindamos en condiciones durante los primeros minutos de jornada.
Formamos parte de algo mucho más grande que una persona, por grandes que seamos, o por grandes que nos creamos. Podemos ser los mejores en nuestra área, tener miles de clientes haciendo cola para contratarnos, pero sin ellos, no somos nada en el mundo laboral.
Los grandes tiburones de los negocios, los muchimillonarios que andan sueltos por el mundo enseñándonos sus yates o naves espaciales, no son nadie si no entienden que dependen de otros.
Al final, si estudiamos nuestro entorno, debemos darnos cuenta de que formamos parte de algo mucho más complejo que un título universitario, una mesa y un altísimo grado de especialización. Somo parte de algo más, dependemos de otros, y no sólo de otros, dependemos de muchas otras cosas, normativas, certificaciones, boletines, procedimientos…que en muchos casos parecen diseñados para ponernos zancadillas a diario, pero aún con eso, debemos entender que están ahí y que forman parte de nuestro día a día, forman parte de nuestro éxito y de nuestros fracasos. (Un día me voy a centrar en el por qué de éxito en singular y fracasos en plural)
Cuando somos capaces de entender que eso de las islas desiertas no existen en el entorno laboral (y os reto a darme algún caso), podemos ser capaces de enfocar nuestro esfuerzo en la dirección más eficiente para lograr llegar a nuestras metas y poder obtener los beneficios que buscamos.
No es un imposible, sólo hay que tener claro que formamos parte de un engranaje que debe moverse en sintonía. Somos parte del proceso, no esperemos que el proceso se adapte a nosotros, muy al contrario, debemos ser lo suficientemente hábiles y capaces de adaptarnos para entender ese entorno y poder generar valor.
Porque no todo es haber, no vale eso de buscar como pollo sin cabeza el éxito, no malgastemos medios y esfuerzos, primero entendamos dónde estamos, qué hacemos, quién es nuestro aliado, quién nuestro enemigo, qué nos ayuda, qué nos entorpece y cuando entendamos nuestro escenario, cuando sepamos dónde jugamos, juguemos, porque más vale saber que haber, y sabiendo tenemos muchas más posibilidades de conseguir ese haber que sabemos que merecemos.