Haciendo que hacemos, el tiempo perdemos
¿Queremos liderar por titulación o por capacidad?
¿Queremos ser líderes por un diploma o por disponer de herramientas válidas?
No resulta fácil llegar a tener la oportunidad de convertirse en líder de un equipo profesional. La valía, como hemos hablado en otros artículos, no viene dada por el título, no es un diploma lo que garantiza que seamos capaces de ejercer la labor de líder de forma adecuada.
Entonces, ¿cómo convencemos a alguien de nuestra capacidad de liderar? ¿cómo conseguir escalar ese tramo y crecer profesionalmente para lograr nuestras metas?
Necesitamos actitud, perfil, conocimientos, habilidades, motivación, dedicación… un sinfín de requisitos que se deben adecuar a cada grupo, equipo, puesto, compañía… realizar un esfuerzo profesional grande (que va a requerir esfuerzo familiar y personal), pero ¿y si aquello en lo que ponemos literalmente, nuestra vida, no acaba de funcionar? ¿Qué falla si tenemos todos esos requisitos previos?
Las herramientas. Nadie es perfecto, muchas veces, cuando nos formamos trabajando, siendo parte de un equipo, no nos damos cuenta del trabajo que hay detrás de cada paso que da nuestro jefe, líder, superior… A veces la sensación de facilidad nos hace creer que convertirse en líder es un simple paso adelante que viene dado por la antigüedad de nuestro contrato.
Y sin herramientas es muy difícil poder dar ese paso. Y, ¿de dónde saco las herramientas necesarias para poder convertirme en un maestro del liderazgo?
De profesionales que llevan dedicando a esto muchos años. De gente que se prepara para preparar. De consultores que se especializan en guiar equipos, en guiar personas, en crear modelos para facilitar labores que, de por sí son complicadas, pero que, al ordenar conceptos, ideas, métodos, se convierten en algo que queda a mano de cualquiera que quiera escalar en su carrera profesional.
Es una realidad innegable el hecho de que, si esperamos poder trasladar alguno de nuestros conocimientos a un equipo, alguien habrá que pueda trasladar aquello que nos falta a nuestra mochila para poder hacer uso de ello. Si tenemos intención de ser buenos líderes deberemos aprender a serlo. Pocos, por no decir nadie, nace sabiendo de nada. Podemos ir amueblando nuestro perfil a medida que vamos recorriendo el camino, pero es de una chulería enorme el pensar que todo lo sabemos y nadie está mejor preparado que nosotros para alguna labor. Poco recorrido nos quedará por hacer si una vez hemos llegado a un punto, dejamos de aprender para seguir creciendo.
Tenemos que aprender a usar herramientas nuevas, a darles salida, a ponerlas encima de la mesa y a confiar en ellas tanto como podemos confiar en quien nos la enseña.
Debemos contribuir, aportar, apoyar, responder por nuestro equipo, gestionarlo de la forma más adecuada y seguir creciendo, tanto nosotros como todos los componentes del mismo. Darles alas, herramientas, valor… y todo lo que nos han enseñado por el camino. Seamos líderes de verdad, aptos para llevar ese título, válidos para conocer a todos y cada uno de sus componentes, perfiles, situaciones… No es una tarea fácil, apoyémonos en la gente que nos ofrece medios, modelos y herramientas para poder conseguir nuestras metas con más facilidad.
Seamos generosos con nosotros mismos y el equipo ganará en fiabilidad, competencia y resultados. Logremos calidad y ella nos traerá la cantidad.