Tolerancia a la Presión (7)
Los Protectores
Hoy quiero, necesito, convertir este contenido en un recuerdo. El de alguien que se fue inesperadamente hace poco más de una semana, Hoy quiero dedicarte a ti, Ángel, esta página porque has sabido escribir tus líneas en historias como la mía, porque me has dejado con el eco de muchos momentos vividos y porque has sabido regalar esa fortaleza que nos ha ayudado a superar, al menos a mí, situaciones difíciles de manejar.
Va por ti, Ángel.
Vértigo (Jaime Ros, noviembre de 2024)
La pantalla espera pacientemente a que mis manos se muevan por el teclado intentando dar forma y sentido al torbellino de recuerdos, emociones y sentimientos que se obstinan en esa danza imparable que tengo en mi cabeza. Ayer me llegó la noticia de tu ida, esa ida sin regreso que me hace sentir huérfano de alguien que escribió renglones en el libro de mi historia. Supiste hacerlo. Queriendo y no queriendo creaste referencias que hoy se ponen en mayúsculas y en negrita, como intentando atrapar los recuerdos y convertirlos en inolvidables.
Mis recuerdos llegan en presente. Estoy en una habitación con varios portátiles funcionando. Una pequeña mesa, Papeles sobre ella con frases garabateadas que intentan evitar que el viento se lleve sus palabras. Mayo de 2020. Todos confinados y algunos, como tú, con una autorización firmada con mi nombre que te ha permitido viajar desde Valencia a Madrid sin temor a contratiempos. Como en otros días, en otros momentos de videollamada o, simplemente, con el móvil acompañando los paseos sin rumbo de quien habla por teléfono, compartimos dudas, ideas, problemas, alternativas y ese sinfín de malsabores de boca que nos persiguen desde que los dos, con una diferencia de apenas cuatro horas, perdimos nuestro trabajo.
Un cúmulo de sinrazones llenaron las justificaciones que nos dieron tanto a ti como a mí. Las verdaderas razones quedaron ocultas. Encerradas tras los barrotes del no podemos ser sinceros, mejor callar y justificarlo a sabiendas de que no nos vais a creer. Nos abrieron la puerta a búscate la vida a partir de ahora. Fue duro traspasarla. Pocas opciones había tras su umbral. Las pocas que existían se desvanecieron con el imperativo del desde ahora y hasta nueva orden, nadie podrá salir de su casa por motivo de la pandemia… Un verdadero hachazo a nuestras intenciones. Sin clientes, con servicios que precisan la realidad presencial, con deudas que no se pueden atender, sin las ayudas que, en otras circunstancias, podrían llegar de otros… Un verdadero hachazo.
Tu ida me ha traído al hoy todos esos recuerdos con sus emociones, sus sentimientos y ese abanico de sensaciones con las que se viste la ansiedad. Sí, fue una época difícil, muy difícil. ¿Cómo habría actuado si hubiera estado solo?, me pregunto y la respuesta me trae, atado a ella con nudos firmes, tu nombre. Tuve la gran suerte de tener a mi lado a mi mujer y a mis hijos que supieron darme ese apoyo inestimable, pero no sé cómo habría actuado ni cómo lo habrías hecho tú si no hubiéramos unido nuestro esfuerzo. Me gusta pensar que te ayudé a superar la situación porque sé, claro que lo sé, que tu compañía me ayudó protegiéndome de que esos caballos inquietos se desbocaran. Así hervían mis emociones, sentimientos y pensamientos. Como caballos encabritados que se mantenían en su sitio por unas riendas sabiamente manejadas.
Hace pocos días, hablaba con una buena amiga sobre las relaciones profesionales. No hacemos más que escribir en la historia de los demás. No recuerdo quién de los dos regaló al otro esta frase. Es cierto. Escribimos en la historia de los demás y nuestra historia se llena de anotaciones de otros. Creo que estos apuntes pueden llegar a protegernos en situaciones complejas. Tú lo hiciste, Ángel, y te siento vivo cada vez que releo esos momentos que nos regalamos.
Discutimos mucho sobre esto, siempre con un profundo respeto el uno por el otro, perdóname por no tener en cuenta hoy tu opinión: Pido a Dios que te acoja, se lleva a una gran persona.