Tolerancia a la Presión (3)
No la demonicemos
Hoy he tenido la oportunidad de compartir café y charla con alguien que tiene la responsabilidad de country manager en una conocida empresa de nuestro entorno.
– En ocasiones, es necesario sacar al equipo de su zona de confort para poder crecer.
Cuando esto se provoca y, obviamente, se hace con intención de condicionar un crecimiento individual y grupal del equipo, se condicionan percepciones y sentimientos que tienen mucho que ver con la tolerancia a la presión.
Salir de la zona de confort, por el motivo que sea, puede provocar incertidumbre, recelo o desconfianza, temor a las consecuencias, vulnerabilidad, estar a la defensiva… Probablemente, si estás leyendo este artículo, te vendrán a la cabeza numerosas situaciones en la que has vivido esto, has visto vivirlo a personas cercanas o, incluso, lo has provocado tú mismo conscientemente.
Salir de nuestra zona de confort provoca presión y ésta condiciona respuestas.
La experiencia de estar sometido a presión (vulnerabiidad, exigencia, plazos, incertidumbre, inseguridad…) hace que algunas de nuestras emociones se activen y éstas demandan de nosotros dar respuesta al porqué, aparecen nuestros sentimientos anclados a la interpretación “racional” o cognitiva que hacemos, y todo ello provoca reacciones que se traducen en comportamientos concretos.
En otras palabras, las dificultades demandan de nuestra capacidad de tolerar la presión porque necesitamos resolver esa “incómoda situación” en la que nos encontramos. Puede ocurrir que nuestras respuestas no sean adecuadas, que sí lo sean, que la presión nos obligue a buscar alternativas que nos ayuden… En caso de que “salgamos adelante” esa capacidad de reacción puede llevarnos a un nuevo escenario en el que hayamos crecido profesionalmente.
La persona con la que he hablado en el café de esta mañana, me decía:
- Intento hacer es clarificar hacia dónde quiero llevarles siendo consciente de que permanecer en la zona de confort actual no es una buena opción ni para ellos ni para los resultados que nos exigen.
- Como soy consciente de que es mejor convencer que imponer, les saco de esa zona cómoda y les provoco incertidumbre, inseguridad, “les descoloco”.
- En este momento, la reacción esperada es lógica: Se rebelan, se preocupan, se ponen a la defensiva… Ellos quieren un escenario seguro, solvente, reconocible… Antes lo tenían y ahora ha desaparecido.
- Es esa la oportunidad que busco, condicionar en ellos una necesidad.
- Aprovecho, entonces, para promover una respuesta en ellos y que planteen qué es necesario para recuperar la seguridad siendo conscientes que el tiempo pasado fue bueno, pero que ahora no es válido.
- Si consigo que ellos aporten, a pesar de que discutan que, lógicamente, lo harán, estaré condicionando que participen activamente en el replanteamiento del escenario y del papel que deben jugar individual y grupalmente.
- En definitiva, sacarles de su zona de confort me ayuda a que sientan la necesidad de volver a crear un entorno seguro y a participar en ello.
Con acierto o no, lo que está haciendo es aprovechar esa parte de oportunidad innegable que tiene la capacidad de tolerar la presión.
No caigamos en el tópico de hacer que la Tolerancia a la Presión sea sinónimo de palabras con connotaciones negativas y que deba trabajarse siempre desde una posible, pero no única consecuencia, como es la ansiedad.
Para sacar provecho de esta competencia debemos estar dispuestos a averiguar de qué se trata.