Para creer no hay cosa como ver
¿Y si creyéramos un poco más en nosotros?
Estaba por dejar el artículo sólo con esa línea, pero me ha parecido escaso en esfuerzo, aunque por otro lado concluyente y sin necesidad de mucho más.
Lleva mucho tiempo y muchas horas de dedicación llegar a ser quien queremos ser tanto a nivel personal como profesional. Y creo sinceramente, que deberíamos dar al menos la misma importancia al perfil personal que al profesional, ya que, y siempre según mi opinión, la influencia de lo personal en lo profesional es, o debería ser, mucho mayor que a la inversa.
Hace poco leí que un buen profesional tenía que ser buena persona. No debería costarnos mucho entender la verdad que tiene esa frase, creo que a nadie se le escapa eso. Profesionalmente nos podremos desarrollar hasta llegar a lo más alto, pero ¿Y qué? ¿Y luego? ¿Y la gente? ¿Y la familia, amigos, el portero, el que te vende la fruta? ¿De verdad crees que cuando sales de tu magnífico despacho con vistas a alguna maravilla, tu status profesional te sigue como una sombra?
Absolutamente no. En cuanto sales de tu círculo profesional, lo único que queda eres tú. Y tú, para sorpresa de muchos, no llevas un diploma colgando. Todos somos quienes somos. Una vez fuera del trabajo somos nosotros, sin ese escudo laboral, sin ese diploma de una gran universidad. Somos eso, tan sólo nosotros.
Puede que, gracias a nuestra fabulosa retribución salarial, podamos circular en un cochazo y llevar puesta una chaqueta que cueste más que lo que cobra alguno de tus empleados, pero dentro de eso seguiremos siendo nuestro yo, no nuestro puesto.
Valoremos más nuestro perfil personal, démosle una oportunidad, no nos tapemos con capas de diplomas y coches de marca, no nos escondamos en nuestro chalet videovigilado, salgamos, saquemos a nuestro yo, cultivemos nuestro yo, hagamos crecer nuestro yo, porque si nuestro yo, nuestro perfil personal crece, nos hará sentir invencibles, capaces de superar todo lo que nos pongan por delante.
Si pretendemos llevar siempre la sombra de nuestro perfil profesional y anteponerlo al personal, conseguiremos apartarnos de todo lo que realmente importa en nuestra vida. Seremos el gran abogado, ingeniero, director o frutero que causa admiración, pero nadie nos querrá a su lado cuando no necesite a un abogado, director o frutero. Estaremos solos, diplomadísimos, eso sí, pero solos.
Nunca debemos olvidar que la base de nuestro perfil profesional es nuestra personalidad, ese que somos, nosotros sin títulos, lo que queremos, lo que nos gusta, nuestras manías, aficiones, amistades, odios, esa suegra…es nuestra vida, pereza incluida, disposición, envidias, y sin todo ello, sin dejar de lado nada, sumaremos para poder tener un perfil profesional que cumpla nuestras expectativas, aprenderemos, adquiriremos las habilidades necesarias, nos motivaremos para poder llegar a lo que queramos llegar y a su vez, hará crecer nuestro perfil personal.
Todo suma, pero hay factores que inexorablemente deben estar en la ecuación. No sobran, no sobramos, es una parte fundamental de nuestro yo.
Seamos un poco más nosotros, confiemos un poco más en nosotros y hagamos crecer ese nosotros porque al final es lo que nos va a quedar. Yo voy cumpliendo años y una lección que te da la vida, sobre todo cuando te empiezan a faltar los tuyos, es que da igual que fueran ingenieros o bedeles, da igual el puesto, lo que queda es la persona, el yo y eso hay que cuidarlo, no lo olvidemos.
Ya puestos, llegados a esta línea, permitidme dedicar este artículo a mi padre fallecido este año, hoy cumpliría años, muchos. Un gran tipo y por ello, un gran profesional, y exactamente en ese orden.
¡Ah! Perdonad, se me olvidaba, si pensáis que hay que ver para creer, fijaos bien en vuestro ascensor, seguro que tiene un espejo, si veis una persona y no un título, releed la primera frase del artículo y sentíos orgullosos porque sois vosotros, confiad en quien veis, vale la pena.