Date prisa despacio, y llegarás a palacio
En la lista de refranes españoles existen miles que han pasado a parecer chascarrillos en lugar de tener la posición que merecen como garantes de añejo conocimiento basado en la experiencia de nuestros mayores, como el de cuanto más viejo, más pellejo, que empiezan a sonar a chiste, cuando no lo son.
Hoy me ha llamado la atención el que titula el post: Date prisa despacio y llegarás a palacio.
Es muy parecido a aquél Vísteme despacio que tengo prisa, pero con ese sabor típico español de hablar diciendo lo contrario a lo que se quiere comunicar.
Mucho se habla de los tiempos, plazos, calendarios, agendas… y poco de orden, serenidad, cautela, seriedad…
Las reuniones de control, semanales, mensuales o con la cadencia que sean necesarias suelen ser las que marcan el orden a seguir, se comprueban los puntos fijados en la anterior reunión y se fijan nuevos hitos para conseguir el éxito buscado.
Pero hay veces, no pocas, que las prisas nos ayudan a derrapar y salirnos del camino. Se trata de justificar el coste de un consultor, de un ayudante, de un servicio externo que no da los pasos a la velocidad que consideramos adecuada como “pagadores” sin darnos cuenta de que en realidad hemos sido nosotros, los “pagadores” los que hemos decidido contratar a esos expertos para que nos ayuden a conseguir nuestras metas.
Contratamos a terceros para que hagan lo que nosotros decidimos que hay que hacer. Con nuestros tiempos y nuestros métodos. ¿Cuántos consultores se quedan boquiabiertos cuando tras dos reuniones se dan cuenta de que su cliente no quiere que hagas tu trabajo, sino que le obedezcas a cambio de pagarte la factura?
Es curioso, las facturas del consultor van llegando y preferimos pagarlas y marcarles el camino, a recibir aquel producto por el que estamos pagando. Y todo ello por las prisas, el tiempo sale caro, pero no sólo el nuestro, también el de los demás y más el de un profesional al que hemos seleccionado de entre miles que pueden ofertar lo mismo. Algún motivo habrá para haber elegido a ese.
La prisa nunca funciona a no ser que se aplique despacio, con cabeza, no se debe salir quemando rueda sino con toda la tracción asegurada en cada paso. La única forma de llegar a palacio es:
- Usar la cabeza
- Marcar y respetar los tiempos
- Seguir los procesos de forma ordenada
- Adecuar los plazos
- Gestionar los equipos con criterio
y eso no se hace con prisa, nunca sale bien.
Suena raro, pero realmente se puede ir deprisa despacio. Se trata de amortizar cada minuto, de aplicar las medidas necesarias para que los procesos sean eficientes y eficaces, de motivar, de lograr pequeños objetivos para que el palacio esté cada día más cerca.
Como en todo, en esto hay gente muy capaz y gente menos capaz, y sobre todo gente que no confía en su propio equipo después de haberlo contratado. La prisa nunca es buena consejera y sale mucho más cara que un profesional con capacidad de ir deprisa despacio de forma que consiga el éxito esperado.