Cada uno es dueño de sus miedos
Voy a salirme de la temática habitual que trato en este magnífico foro que es e-Recursos para hablar del miedo.
Parto de dejar claro que no soy psicólogo, no he estudiado nada referente a psicología, pero tengo la manía de pensar y estar vivo y hoy el tema ha salido en un desayuno y me ha dejado con ganas de extenderme un poco sin tener la necesidad de ser corregido en cada palabra dicha, por lo que he optado por escribirlo, y así poder ir contestando a quien quiera plantearme su opinión, que con absoluta seguridad será tan válida, o mucho más que la mía, pero escribo la mía porque es la que conozco, disculpadme si no coincidimos o no me disculpéis, ya no me da miedo ser el rarito.
En los últimos tiempos, treinta o cuarenta años atrás, estamos siendo manejados siempre en base al miedo. Por un lado nos íbamos a congelar hace unos 50 años, allá por 1975, era el futuro más cercano que nos ponían delante para vivir. Veinte años después llegó la capa de ozono (no discuto si es verdad o no, no busquéis tres pies al gato que os veo) que se solucionó cambiando ciertos gases que usábamos para prácticamente todo, subieron todos los precios porque los cambios y las multas las pagan los fabricantes (¿o no?). Seguíamos con una era glacial que acabaría con la vida de la Tierra hacia 2020 o 2030 a más tardar, pero el agujero de la capa de ozono nos calentaba hasta quemarnos vivos. Estos dos mensajes convivieron algo más de una década. Curioso.
Nos avisaron que el petróleo se acababa infinitas veces y esto sucedería sin duda alrededor de 1990, cuando todavía temblábamos por la era glacial que nos mataría de frio si no nos habíamos frito de calor debido al agujero en la capa de ozono.
En los 80 la lluvia ácida iba a matar cualquier cosa viva en lagos, pantanos, ríos y demás cauces dulces de nuestro planeta y llegando a finales de esa década empezábamos a oír que realmente no nos íbamos a congelar, que moriríamos fritos por la alarmante subida de las temperaturas y atentos ya entonces sonaba que el agua sería un problema.
Esa subida de temperaturas haría desaparecer las Maldivas, por ejemplo, en el año 2018 (tenemos suerte, siguen ahí), Nueva York se hundiría en 2019 y para qué hablar de Venecia.
Gran Bretaña se iba a convertir en la nueva Siberia en 2024 (ya queda poco, pero ahora parece que va a ser el nuevo Sáhara, ya veremos) y veríamos súper huracanes recorriendo Europa de forma habitual en el primer cuarto del siglo XXI, de nuevo están muy apurados, pero todo se verá.
En 2008 Al Gore, predice que el Ártico no tendrá una gota de hielo en 2013, después lo pasa a 2015, algún dato mal sumado supongo. En 2014 nos aseguran un caos climático y llega una tal Greta en 2019 para decirnos que todo lo anterior es verdad esta vez, no las anteriores, pero esta vez sí, ella lo sabe, su dilatada experiencia dada su edad lo certifica.
Por medio aparece una pandemia que mata a 6,3 millones de personas (8 mil millones de habitantes en el planeta, una pandemia muy localizada) de la que nos libramos porque aparecen unas vacunas súper seguras en dos meses desde el conocimiento del virus. Antes tuvimos VIH, gripe aviar, gripe A, gripe porcina…un sinvivir, milagro es que podamos seguir vivos.
Entre tanto, el colesterol pasa a ser peligroso cuando sale 200 en el análisis, hace dos años se podía vivir con 240, pero debemos estar atentos porque moriremos (en diez años) si tenemos más de 50 o 60, no podemos dejar de comprar medicamentos para controlarlo bajo, muy bajo, la muerte sería inmediata de no pasar por la farmacia.
El agua pasa a cotizar en bolsa y como Putin se ha cabreado con Ucrania sube el precio del aceite de oliva jienense. Europa se plantea racionar el agua mientras se derriban presas y sube la electricidad mientras se cierran centrales eléctricas, todo sea por mantener a las Maldivas a flote. Las elecciones en varios países tienen tintes fraudulentos y se oye hablar de ello, antes nunca se había imaginado nadie algo parecido en el “primer” mundo.
Miedo. Todo es más fácil si la gente pasa miedo. Pedimos protección, aguantamos un trabajo infame porque puede que no encuentre otro, me pincho un experimento porque voy a morir, no tendré la suerte de ser uno de los ocho mil millones de personas que no murieron, voy a ser uno de los seis millones de muertos. (por favor, calculen el porcentaje de muertos en la pandemia y consulten la definición de la misma)
Multas si no obedeces, castigos si no cumples, muerte y miseria si no te arrodillas.
A partir de ahora el control de tus bienes será férreo, no debes tener, sólo obedecer, no hay otra forma de ser feliz.
Yo ya paso. Me moriré, como todos. Pero ya no estoy dispuesto a pasar miedo, ya no me engañan más, ni calor ni frío, ni antes ni después, dejadme en paz, no intentéis asustarme, ya me he parado a pensar y ya no más. Habéis insistido demasiado. Conmigo no contéis, hacedme sufrir, matadme a impuestos, ahogadme con gastos irracionales, que ya no os creo, ni una más nunca más, sea o no verdad, no contéis conmigo.
Me dedico a mi vida y la de los míos, familia, amigos…todos los que mandáis me sobráis. Y ya no os creo. Me da igual el color, me da igual la mano, me da igual el credo. No os creo, a ninguno. No me dais miedo, ni vosotros ni vuestras mentiras. Prefiero mantener las riendas en mi mano, no perder el norte y tener la cabeza fría, cada cual puede reaccionar de la forma que crea más conveniente ante tanto desbarajuste en la lluvia de información que nos llega, pero lo importante es actuar con lo que consideremos el mejor criterio posible y tener claro que somos dueños de nuestras decisiones.
A partir de ahora, yo soy el dueño de mis miedos, nadie más. He ganado, perdéis un esclavo.