Al mal tiempo, buena cara

No será la única vez, ni la primera ni la última que cuando crees que tu trabajo está ya terminado, edición, corrección, contenido… viene la tecnología y se ocupa de la labor del tonto del pueblo, que cuando mejor lo estás pasando, te calza una bofetada y se va entre risas.

No es una teoría con carácter de ley, pero es una hipótesis que debería ser tenida en cuenta casi con honores de ley. Es como la Ley de Murphy. Y se cumple… Al mal tiempo, buena cara.

La publicación que estaba planteada para hoy, pensada, maquetada y programada, ha desaparecido. No está. Y mientras la vida sigue y el tonto del pueblo se va entre risas, hemos tenido que improvisar.

Lo de improvisar no está mal de cuando en cuando, pero nos gusta tener controlados los contenidos, saber qué hacemos, cómo hacemos y para y por qué lo hacemos, porque nos gusta comunicar, no lo hacemos para pasar el rato, es un esfuerzo con el que intentamos encender alguna llamita en la cabeza de alguien y que piense que los dos minutos de lectura han merecido la pena.

Al menos queremos pensar que eso sucede una vez por publicación, incluso cada dos, incluyendo ésta.

No publicamos para ganar dinero, ni seguidores, ni queremos salir la televisión como los nuevos influencers de LinkedIn. Somos personas a las que nos gusta compartir, y nos gusta pensar que al menos uno de nuestros lectores ha encontrado algo mínimamente interesante en nuestros artículos. No contamos “likes” ni reenvíos, ni nada, pero es como todo, cuando invitas a alguien a tu casa, te gusta oír un gracias cuando se van. No es caro, demuestra educación y hace sentir bien a quien recibe el cumplido.

Nada más, sólo contaros que la semana que viene estáis invitados otra vez a casa, ya sabéis, martes sobre las 10:00 en la web, en LinkedIn y en Instagram, con un artículo que os resultará interesante, o eso esperamos, nos lo podéis decir en comentarios, nos gustará leerlos.

Al mal tiempo, buena cara