No hay perfección donde no hay elección

Toda la vida nos la pasamos tomando decisiones. A veces en tono gracioso y desde muy jóvenes nos surgían elecciones como aquel “y tú a quién quieres más ¿a papá o a mamá?” Teníamos que elegir película o la curiosa pregunta de un amigo asturiano “¿tú pliegas o arrebuñas?” (prefiero no comentar el tema que tocaba la preguntita).

Lo cierto es que siempre tenemos que responsabilizarnos de dar una respuesta y que esa respuesta puede influir en nuestro futuro.

Hay decisiones que no nos generan presión, son simples, sin riesgos que puedan comprometernos de forma grave en un futuro, pero otras nos generan presión, incluso ansiedad y valoramos cada segundo usado en la toma de decisión, incluso dudamos de ella tras creer que hemos valorado todas las posibilidades y consecuencias. Siempre queda un “¿ y si….?”

Lo curioso es la paradoja que se nos plantea con esto de elegir. Realmente, somos más libres cuando tenemos más opciones, lo que conlleva una mayor responsabilidad al escoger el resultado. Como decían los filósofos, “estamos condenados a ser libres” aunque en estos tiempos se ponga en duda la frase.

Todas nuestras decisiones las tomamos, o así creemos, de forma responsable, en ellas se mezclan nuestra educación, cultura, emociones, experiencias y además en el cóctel añadimos aspectos sociales, tecnológicos y otros que nos rodean que pueden aumentar nuestras opciones de elección, resultando un proceso a veces muy complicado, no ya tanto de tomar, como de justificar a otros que no comparten esa cultura, educación, experiencia, etc.

Imagen de Fathromi Ramdlon en Pixabay

La realidad es que hay pocas decisiones perfectas, por no decir que ninguna, ya que siempre exige dejar de lado opciones que podrían ser acertadas en conjunto, pero el error, la equivocación, es una parte básica del proceso de aprendizaje.

Debemos hacernos responsables de las decisiones tomadas, seguir nuestro camino y aprender para, en caso de error, no volver a cometerlo.

El proceso de elección es inevitable y siempre nos ofrecerá la posibilidad de crecer, pensad en la forma en la que tomáis decisiones, lo que cambian los procesos dependiendo de factores externos y propios, aprendamos a aceptar esa incertidumbre en el momento y seamos responsables. Para ello usemos modelos, herramientas que nos ayuden a minimizar el riesgo de error y usemos nuestra experiencia para seguir creciendo.

No hay perfección donde no hay elección
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