El valor que damos es reflejo de lo que somos

Este título, de quedarse en sólo un titular, es una afirmación aceptada por todos o casi todos. Sin embargo, si profundizamos en él, es muy probable que se vaya produciendo un torrente de “sí, pero” que llegue a poner en duda su alcance.

Ponerse ante el espejo de lo que aportamos a los demás no es fácil. Se necesita valentía, humildad, criterio, intención “sana”, un pensamiento que una pasado, presente y futuro en una secuencia lógica y predecible.

En el momento en que lo hacemos, abrimos la puerta a la tan humana justificación: “quiero pero no puedo”, “no tengo tiempo para ello”, “hay otras prioridades”, “debo cuidarme de que no se aprovechen de mí”, “me plantean una situación que no es cierta”, “no soy yo quien debe aportar esto”… Gran parte de estas frases serán, probablemente, ciertas, pero, también con gran probabilidad, serán “verdades” que intentarán justificar el no responsabilizarnos de aportar y que, además, disfrazarán y distorsionarán la imagen que intenta darnos el espejo.

 

En lo que va de año, ¿hemos aportado valor? Cada cual debe dar su respuesta.

Nosotros lo hacemos con regularidad. Hemos convertido ese “espejo cruel” en un aliado, en un juez severo que nos muestra la realidad de lo que hemos conseguido y de lo que hemos dejado atrás, con o sin razón.

El espejo es un aliado, claro que sí, es ese “pepito-grillo” que nos habla con la intención de ayudarnos, aunque lo que nos vaya a decir no nos guste lo más mínimo.

 
 

Algún día explicaré lo que hay detrás del espejo que utilizamos, el modelo que llevamos usando desde hace años, que no deja de crecer y que “nos pone en nuestro sitio” y, por ello, nos alerta y ayuda a potenciar o a corregir aquello que sea necesario.

Pero hoy estoy en “formato balance semestral” y lo que quiero compartir son 5 títulos que engloban la práctica totalidad de las historias en las que hemos participado hasta este momento.

El valor que damos es reflejo de lo que somos

Los desarrollamos en modo individual y suelen dirigirse a posiciones de cierta relevancia en la empresa. Son intervenciones, así las llamamos, complejas al trabajar con personas que tienen experiencia, que son consideradas como “talentos a potenciar o a reconducir”.

El inicio es clave. Compartir con el profesional la intencionalidad del programa es básico. También lo es conseguir establecer un canal de confianza con él para que, tanto en los casos en los que se pretende promover el talento, como en los que se busca corregir aspectos concretos de la eficiencia profesional, se conviertan en objetivo de las intervenciones que se van a tener.

Hemos vivido, en este primer semestre ya finalizado, varias historias y muy diferentes unas a otras. En mi caso, he compartido trabajo con 12 personas de varios ámbitos: direcciones territoriales de negocio, dirección comercial, comerciales, responsables de áreas concretas de recursos humanos, responsables de negocio internacional, de inteligencia de negocio…

Son proyectos que requieren mucha atención, malabarismos en la gestión de la disponibilidad, capacidad para aportar a través de modelos y herramientas, convicción para poder hablar con claridad y respeto del reflejo que habla del profesional con el que estás, solvencia en la valoración que haces de la persona y que trasladas a la organización… Suelen estar integrados por 6 a 8 módulos en los que se trabaja conjuntamente explorando el entorno profesional, el perfil, las formas de abordar las situaciones diarias críticas y el criterio con el que hacerlo. Razones por las que no caemos en el extendido error de hablar de coaching sino de intervención profesional.

Hasta el momento, incluyendo lo trabajado durante esta primera mitad de 2023, son proyectos asociados siempre a valor. De hecho, trabajamos siempre con la metodología que nos asegure disponer de trazabilidad. Es posible que sean estos el tipo de actuaciones que como consultor más aprendo y por ello, “zapatero a tus zapatos”: si propones a otros que se miren en el espejo, ¡haz tú lo mismo!

También depende de ti

Aunque iniciamos esta experiencia el año anterior, ha sido en éste cuando el despliegue está siendo mayor.

Se trata de un proyecto formativo que nos ha sorprendido incluso a nosotros por la reacción provocada en esos más de 100 mandos intermedios a los que debíamos hacerles conscientes de que hay determinadas responsabilidades que quedan “huérfanas y que condicionan riesgos que se van acumulando y que, cuando se hacen visibles, se abren las puertas a la búsqueda de culpabilidades. Es el momento en el que se hace evidente de que se llega tarde y que quizá, la búsqueda prematura de culpabilidades no es la estrategia más acertada.

La historia de este proyecto merece mantenerla viva por varias razones: La valentía de quienes, desde dentro de la organización, movieron las palancas necesarias para conseguir el “” al presupuesto, el proceso de diseño de una secuencia «pegada al terreno» y llena de momentos de impacto que condicionaban la evolución de la reacción de los mandos intermedios.  Desde un «esperado recelo en el primer minuto«, a un «compartir experiencia y opinión abiertamente«, protagonizado por el compromiso por buscar alternativas reales y de valor en un entorno profesional complejo y de riesgo.

Sinceramente, no sé si son ellos los que reciben más valor o, por el contrario, los más beneficiados por lo aprendido, somos nosotros. Trabajar con maestros no es fácil, pero, indudablemente, tiene un retorno inmediato.

Comunica, negocia y lidera

Incluyo en un solo título historias diferentes. Lo hago porque son historias de proyectos que tienen un denominador común: Aportar un modelo que te ayude a reinterpretar tu experiencia y a convertirla en fuente de aprendizaje y progreso.

Algo más de 300 profesionales de empresas diferentes y de posiciones profesionales diversas, incluyendo eventos internacionales, nos han dado un gran empujón de ánimo.

Los tres entornos competenciales, comunicación, negociación y liderazgo, están funcionando muy bien en las aulas que manejamos y con los modelos que disponemos. Pasamos del temido «estos contenidos son muy teóricos» al exigente «quiero ver más casos de los que estamos viendo» por su vinculación al día a día de los profesionales con los que compartimos espacio.

Pienso que debemos ser cautos. Nos queda por hacer. Incluso siento que se refuerza nuestra responsabilidad a decir no a determinadas propuestas de proyecto en las que la intencionalidad de lo que nos piden, no se puede garantizar por los canales, tiempos ni número de profesionales que se pretende que participen en ellos.

Precisamente, una experiencia de este año no se ajustó a lo previsto por no haber dicho un no a tiempo. Aunque entiendo que fue consecuencia de no mantener la alerta adecuadamente, me alegra saber que no se repitió y que el resto de experiencias están siendo de un alto nivel de aportación.

La tecnología es nuestro compañero de viaje desde hace años

Bajo este título se dan cita diferentes proyectos: Compartir contenidos especializados a través de canales online, implantar modelos de negocio basados en el conocimiento del impacto comercial, orientar y guiar en el aprovechamiento de plataformas formativas, tutelar la gestión y el liderazgo del equipo a través de herramientas y canales online…

En no pocas ocasiones utilizo la frase “en el momento en que nos quitamos el disfraz de aprendiz, empezamos a morir profesionalmente”. La tecnología, un término que engloba a muchos otros, nos ayuda a recordar que somos y debemos ser aprendices.

Hace más de 20 años que la tecnología entró en nuestro compromiso de valor y se ha ido buscando un hueco importante que, también durante este primer semestre, nos ha obligado a revisar, buscar, probar, experimentar y compartir alternativas que refuerzan el valor de nuestros proyectos.

Internamente, estamos convencidos de que para obtener valor de la tecnología, hay que convertirla en alternativa y no disfrazarla de objetivo. Cuando hacemos eso, somos capaces de buscar en la tecnología alternativas para potenciar la eficiencia y la eficacia de múltiples proyectos. Si no lo hacemos, invariablemente, el resultado empieza a morir en el mismo momento de la entrega del proyecto.

Ayudarte a definir los pilares de tu área organizativa

Si un consultor quiere ponerse a prueba de verdad, no hay nada mejor que participar de lleno en este tipo de proyectos.

Incertidumbre sobre lo que va a ocurrir tras cada paso que se de, un endiablado juego de ajedrez en el tablero de las agendas de los profesionales que participan en él, trampas asociadas a los vínculos profesionales oficiales y «de pasillo» que no conoces hasta que no los ves delante, exigencia de ser capaz de dar respuestas que aporten alternativas que no sólo sean efectivas, sino que también sean aceptadas, valoradas como consecuencias del propio proyecto, la necesaria trazabilidad que te permita no solo poner en valor el trabajo realizado, sino que te asegure disponer de capacidad de reacción ante lo que seguro que va a ocurrir y no esperabas, la aparición de detractores del programa tanto explícitos, los más manejables, como los implícito, los que no ves y pueden obstaculizar el trabajo…

De la misma forma que estos ámbitos de colaboración son una auténtica prueba de nivel para un consultor, son una fuente de aprendizaje «brutal« ya que obtienes la referencia de la experiencia acumulada por profesionales de diferente tipología.

Durante el primer semestre de este año, hemos visto crecer esta modalidad de proyectos. ¡Ojalá sigamos siendo capaces no sólo de atenderlos debidamente, sino también de seguir condicionando su crecimiento!

He dudado en incluir este contenido en e-Recursos por ser algo muy «Cinco Razones», pero ahora me alegro de haberlo hecho ya que al terminar de escribirlo y de releerlo, llego a la conclusión que estas experiencias nos ayudan a ser conscientes de lo mucho que nos falta por recorrer y aprender.

El valor que damos es reflejo de lo que somos
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