El responsable de todo esto: Compartir
- Recuerdo a mis maestros -decía el mío-. Les recuerdo en muchos de los pasos que doy y en no pocas palabras de las que pronuncio.
- ¿Por qué me dices esto, Rafa? -Así se llamaba mi maestro.
- Es sencillo -puso su mano sobre mi hombro-, las mejores líneas que escribo están inspiradas en lo que aprendí de ellos. Ojalá yo sea capaz de inspirarte a ti de igual forma
- Compartir el testigo de nuestra experiencia – dije.
Es una palabra que pasa de largo dejando una huella que no se borra, que llena de sonidos que no hacen ruido, que compromete sin contrato, que fotografía la alianza entre la razón y la emoción.
Es nuestra palabra, la que nos ha provocado, sugerido, influido, persuadido para crear este espacio destinado a ella: Compartir.
Vives una experiencia de la que crees aprender algo
Reflexionas y pintas lo que de ella has obtenido
Lo compartes con otros, conocidos o no, cercanos o lejanos
Recoges su reacción, su acuerdo o desacuerdo, creces y haces crecer
¿Por qué hablar de alianza entre razón y emoción?
Compartir experiencias es abrir nuestras vivencias a otras personas para que sepan y vivan también lo que nosotros experimentamos y para que con ello, puedan acceder a nuevas formas de vivir sus propias experiencias. Ese es en parte, el lado emocional de compartir.
¿Cuál es el racional?
En buena medida, lo que se produce en nuestro cerebro condicionado por lo que alguien comparte con nosotros: El aprendizaje que obtenemos de ello. Un proceso complejo en el que se suceden etapas que se superponen unas a otras. La selección de lo que se comparte con nosotros, a través de qué canales, medios y estrategia lo adquirimos, la forma en la que nos ayudan a integrar esa información aportada buscando relaciones en ella que nos lleve a una etapa de conocimiento, el cual consolidaremos en el momento en el que seamos capaces de poner en práctica, de utilizar por nosotros mismos ese conocimiento derivado de la experiencia que otros comparten con nosotros.
Es lo que pretendemos en e-recursos. Mantener abierto un espacio en el que compartir experiencias de valor sin más pretensión que la de ser maestros y discípulos unos de otros.
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