Vida sin amigos, muerte sin testigos
Es curioso cómo, en un momento, te das cuenta de lo fácil que es creer que los amigos están ahí siempre. Es una idea bonita, y cuentas con mucha más gente de la que de verdad está dispuesta a parecerlo. ¿Cuántas veces nos han dicho que los verdaderos se cuentan con los dedos de una mano? Y realmente son sólo la mitad de éstos los que demuestran serlo cuando las cosas vienen mal dadas.
De ilusiones también se vive, pero hay un día en el que toca despertar y abrir los ojos, mirar la realidad y tras reponerte del bofetón seguir hacia delante sin mirar atrás. Saber quién te va a acompañar realmente en ese camino es una ventaja que llega cuando debe llegar, y lejos de suponer un problema, debe ser un empujón que ayuda a realmente saber con quién contamos, quién está, quién te apoya a quién le importas de verdad.
Da igual si es con un like en un post, con una cerveza al salir del curro o con una sonrisa en el momento adecuado, da igual la circunstancia, los hay que están y los hay que no, por mucho que intenten venderse como tales. Las sonrisas en eventos, esos «hace tiempo que no nos vemos», lo de «estamos tan liados», «la vida nos atropella»… si quieres puedes, si te supone un sacrificio igual es que no debe ser y seamos sinceros, los disfraces se acaban cayendo y nos muestran una realidad que no era la esperada.


Lo mismo pasa en los equipos de trabajo, esa gente que ahora se ha dado por llamar tóxicos. Esos que vienen por detrás malmetiendo y pretendiendo demostrar que todos se equivocan menos ellos, esos que no dan un palo al agua, pero en los emails en los que figura el jefe hacen alardes falsos que además ponen en problemas al resto del equipo, los que nunca apoyan, nunca ayudan, sólo intentan convencer al resto de que no vale la pena.
Esa gente sobra.
Igual que esos “amigos” que no se esfuerzan, la gente que en un equipo no tira como todos, sobra. La amistad hay que cultivarla, no vale eso de verse una vez al año para marcar territorio, y en los equipos de trabajo debe ser igual, o todos tiran del carro o que dejen espacio para alguien que tenga interés en colaborar, eso de tener “otros proyectos” pero no ponerlos nunca en marcha es frenar a tu equipo, sal y demuéstralo, haz algo.
Hace poco leí un post en LinkedIn, os pongo el link, sobrecogedor, no se si será real o no, pero sí hace pensar, dadle una vuelta es muy corto.

No nos olvidemos de los amigos, aunque no trabajemos con ellos, aunque no nos vayan a ayudar a tener éxito profesional de una forma directa, si lo son, cultivémoslos, hay vida después del trabajo y de la misma forma cuidemos a la gente de nuestro equipo, porque es nuestra familia laboral, mismos proyectos, mismos fines, no lo olvidemos o seremos ese “amigo” o ese «compañero» que sobra cuando el de enfrente abra los ojos y nos vea sin el disfraz, y creedme, lo hará.

Un artículo que sale de dentro y suelta una gran verdad, aunque, a veces, muy incómoda!!