Quien no te conozca que te compre
Los irresponsables ganan.
Tiene narices, pero al final, se buscan huecos importantes porque nadie los quiere cerca, y como se suele dar en la administración, lo que mejor funciona es la patada hacia arriba. Ese ascenso nunca se niega, y un problema menos para el departamento actual. El que lo recoja que se busque la vida.
¿Por qué hoy salgo con esto? Porque es algo habitual si nos fijamos en nuestro entorno, no nos sea muy difícil encontrar algún caso si no clavado a lo dicho, muy parecido.
Mundo universitario (UAM). Profesorado. Presentación de trabajos. Profesora (digo profesora porque el caso que me ha animado a escribir es así, no por nada raro que alguien quiera imaginar). Alumna presenta trabajo, profesora no corrige, sólo grita como una poseída ante algo que le parece infame. Justifica, o intenta justificar, el 10% del enfado por posibles errores, no las maneras, pero el resto… ¿lo traía de casa? ¿por qué la alumna no sabe? ¿debe venir aprendida de casa? la función de la profesora…entonces ¿cuál es?
Al final es una dejación de funciones. No se da cuenta de que no es capaz de cubrir las áreas de responsabilidad inherentes a su puesto de trabajo con lo que certifica motu proprio su mediocridad y falta de profesionalidad ante aquellos a los que debería dar ejemplo de todo lo contrario.
Si un alumno falla, puede ser que sea un vago, no estudie o miles de cosas, pero en la quiniela entra la falta de claridad en la explicación del profesor, que es justo una de las labores más importantes de su puesto, si no sabes enseñar, dedícate a otra cosa.
La mediocridad no se da solamente en la docencia, jefes, encargados, directores, comerciales, administrativos… aparece en todos los trabajos. Es fácil justificar con un “por esto no me pagan” o “no sé hacerlo”. Hay veces que hablamos de razones ciertas pero muchas otras nos encontramos con justificaciones para mantenernos en la mediocridad, en no cubrir y atender todas nuestras áreas de responsabilidad, esas que conforman nuestro puesto de trabajo y que al cumplirlas nos hacen ser (o no) buenos profesionales.
No hace falta decir que hay que hacer lo que se sabe que hay que hacer, la mayoría de nosotros no somos futbolistas, y nos pagan lo acordado si cumplimos, no nos ofrecen pluses si ganamos, lo debemos hacer todos los días, sin faltar uno. Lo contrario es mediocridad.
Es fácil poner nuestra ira en alguien que no se puede defender, es fácil ser mediocre, es fácil no cumplir con las obligaciones que te encomiendan si te mueves en un ambiente de gente tibia, con ningún interés en ser mejor. Procuremos no ser del grupo de la gente triste sin interés por su trabajo, destaquemos, seamos una referencia en nuestro trabajo, busquemos ser capaces de movilizar buenas intenciones, y entonces, y sólo entonces, podremos ser unos buenos profesionales. Y que siempre quieran comprarte simplemente por el hecho de conocerte.