La Comunicación Burbuja

El imparable auge de las nuevas tecnologías y canales de comunicación están implantando formas de hacer que pueden suponer el riesgo de caer en esta trampa

Recuerdo mis primeros pasos en el aprendizaje de la competencia de comunicación. Pasos que fueron guiados por uno de esos maestros que saben escribir anotaciones en el libro de tu historia profesional, que te impulsan a crecer y a hacer mejor.

Repetía con insistencia una frase: «La comunicación tiene fondo y forma, el primero es el contenido que compartes, la segunda, la forma en la que lo compartes«.

En aquel tiempo, nadie se cuestionaba que el fondo tenía un papel esencial en la comunicación, de hecho, quien se basaba excesivamente en la forma, terminaba ganándose el calificativo de telepredicador. Preparábamos toda situación de comunicación cuidando tanto el fondo como la forma. Accedíamos, si era preciso, a fuentes de información que nos exigían leer páginas y páginas de contenidos para poder extraer de ellas los más apropiados según la finalidad que tuviéramos que conseguir con nuestra comunicación. Después armábamos la secuencia, le dábamos coherencia, buscábamos crear una historia digna de compartir y, ya en ese momento, empezábamos a trabajar la forma en la que lo íbamos a hacer.

Era un trabajo intenso en el que encajaba perfectamente la frase «un minuto de buena comunicación requiere mucho tiempo de buena preparación y ensayo«.

Rafa, ese maestro, mi Maestro, intentaba enseñarme a trazar secuencias. Era capaz de hacer fácil lo difícil y me proponía tomar como referencia tres momentos clave:

  1. Apertura: Este es el momento, me decía, en el que debes captar la atención de tu auditorio, debes interesarle, ubicarle en aquello que quieres compartir con él, crear un clima adecuado al escenario profesional o personal en el que te encuentres y empezar a ganarte el derecho a estar ahí. Y debes conseguirlo en poco tiempo, diez, veinte, treinta segundos deben bastarte para lograrlo.
  2. Cuerpo: Este es el momento de oro, en el que combinas forma y fondo de tal manera que la primera se convierta en el altavoz del segundo. Debes construir secuencias fáciles de seguir, coherentes con lo que pretendes, historias que vayan llevando de la mano a tu auditorio. Imagina, me decía, que estás construyendo una pared de ladrillos, cada una de esas piezas son un momento de oro. Tu comunicación podrá tener más o menos momentos de oro y con ellos convencer, persuadir, predisponer a quien te escucha. No te olvides que para comunicar debes hacer tuyo el contenido, debes conocerlo, estudiarlo y dominarlo para poder compartirlo con éxito.
  3. Cierre: Llegas al final de tu charla y debes poner la guinda. Hazlo con la intención de dar ese último impulso a tu auditorio para que se mueva hacia lo que persigues, para que asuma el compromiso de hacerlo.

Nuevas formas de hacer que provocan desequilibrios

Como dice un buen amigo mío: Ahora todo son aperturas y cierres, el cuerpo se ha quedado huérfano de interés y esfuerzo.

Podemos pensar que esta frase es exagerada, puede ser, pero cámbiala por: Ahora preocupa más la apertura y el cierre que el cuerpo, de tal manera que éste tiende a resolverse con una rapidez preocupante, evitando que exija leer o escuchar «demasiado contenido», huyendo de secuencias que ocupen más allá de tres o cuatro párrafos.

¿Por qué ocurre esto? Entiendo que por diversos factores.

Necesitamos llamar la atención en un entorno lleno de ruido, es preciso lanzar ganchos, slongas, frases, imágenes, vídeos…, cualquier elemento que ayude a captar la atención de quienes nos interesan. Esto no es malo, al contrario, es una parte crítica de la comunicación. Se convierte en algo «malo» cuando prevalece sobre todo lo demás.

La práctica diaria nos da numerosas evidencias de que o no queremos o no estamos acostumbrados o no tenemos tiempo de leer o escuchar más allá de esos tres párrafos. Por eso, si preparamos una comunicación, tendemos a cuidar que no sea más extensa de lo que la gente está dispuesta a escuchar o a leer. Y nos olvidamos de algo esencial:

  • La comunicación no sólo está para captar la atención, sino también y esencialmente para provocar alguna consecuencia concreta en nuestro auditorio, y esto puede requerir varios momentos de oro en esa secuencia que debemos compartir.
  • Existen técnicas específicamente dirigidas a guiar a nuestro auditorio o a nuestros lectores a través de esa secuencia. Abandonarlas por considerar que captar la atención es lo más importante, es crear situaciones comunicativas que podrán tener un alto impacto, pero, seguramente, generarán consecuencias insuficientes o poco duraderas.

Vamos con tanta prisa y urgencia que no sólo actuamos nosotros de forma peligrosamente acelerada, sino que lo trasladamos a los demás. Buscamos el efecto inmediato, el click en el botón de acción de nuestro contenido virtual, las llamadas páginas de venta se convierten en una sucesión de «aperturas» que desembocan en ese botón de acción que no es otra cosa que el «cierre» de las técnicas de comunicación.

¿Qué riesgos pueden derivarse de esto?

Si partimos de la base de que la comunicación es una competencia a través de la cual condiciono consecuencias a través de otras personas como puede ser la compra de un producto, el cierre de una negociación, la predisposición de un equipo, dotar de conocimiento a otra persona, alinear con unos valores concretos, obtener ideas de valor para resolver alguna situación…, ¡blanco y en botella!

Si además recordamos que los seres humanos podemos movernos por impulsos, de hecho lo hacemos, pero que son muchas las situaciones de comunicación en las que precisamos condicionar cambios permanentes, progresivos, asumidos…, quizá llegaremos a la conclusión de que con estas formas de hacer podemos estar ganando el éxito en un primer minuto de impacto, pero perderlo irremediablemente a la hora siguiente.

Merece la pena ser consciente de si comunicamos de verdad o estamos metidos en esas burbujas en las que sólo importa la forma para llamar la atención y ese «botón de acción» para conseguir una respuesta inmediata y, quizá, precipitada.

La comunicación burbuja
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