Bajando se sube al cielo
Desde que iniciamos el proyecto de e-Recursos, tuve la oportunidad de escribir artículos en la web y de publicarlos en LinkedIn, algunos se publicaban, sobre todo al inicio de la actividad en Facebook, Instagram y Twitter (X actualmente). Lo podría haber hecho antes, pero no.
Yo elegía el tema que quería tratar, la forma en la que quería tratarlo, el contenido, la maquetación, fotos… nadie me daba un cómo, ni siquiera la posibilidad de elegir entre varias cosas.
Al inicio, se me hacía mucho más complicado buscar un título para mis artículos que el contenido. Eso venía sólo y cada vez que me pongo delante del ordenador a escribir uno nuevo, es porque viene solo. No programo contenidos, no tengo una agenda con fechas en las que debo hacer un esfuerzo por “rellenar” un papel con letras ordenadas de forma que parezca algo interesante. Lo hago porque quiero, porque me apetece, porque me gusta. Debe ser que con el tiempo me he convertido en un copywriter (modernillo) o un generador de contenido (algo más clásico), muchas veces sin éxito, la mayoría, pero siempre sincero, si escribo es porque me creo lo que escribo.
No sé si tengo facilidad, si resulto aburrido, si no interesa lo que escribo, gracias a Dios o lamentablemente, no sabría decidir ahora mismo cuál prefiero, no suelen comentar ninguno de mis artículos habitualmente así que vivo en una duda que me mantiene en un limbo de felicidad porque al menos nadie muestra rechazo directo a lo que hago.
Y entonces, ¿por qué lo sigo haciendo? ¿Debo insistir, porque me gusta?, llegue a alguien o no, me hace sentir bien, me gusta escribir (mal o bien) y me ayuda a pensar y estructurar ideas de una forma diferente y creo que me está ayudando en mi forma de comunicar en muchos otros ámbitos.
Cuando he comenzado este artículo, la línea de contenido era absolutamente diferente a la que es ahora. Y me facilita mucho poder tener en la recámara un tema para futuros artículos que seguro escribiré, los lea la gente o no, les guste o no, y sin recibir ni aplausos ni críticas. Esto último me falla, porque a pesar de todo, gusta saber si alguien te lee y qué opina sobre ello.
Casi debería ser un ejercicio obligatorio, si lees un artículo de alguien, darle un “like” o un “unlike” o incluso en un momento de exagerada generosidad, responder con algo a lo leído, tanto una opinión, crítica o agradecimiento.
Pero no todos tenemos tiempo para responder con un «gracias, hasta el próximo» o un “me aburres, voy a dejar de seguirte” que al fin y al cabo ayudan al que pone su tiempo en hacerte pasar un rato, agradable, simpático, penoso… y a veces te hace descansar de eso que te está volviendo loco hoy y te ayuda a desconectar dos minutos.
A veces ese trabajo de agradecimiento se espera en un trabajo en equipo, de un jefe que apoya a su gente, de un cliente que ve su petición cumplida, de un familiar que te necesita, de un amigo que está solo. A veces no nos acordamos de que todos estamos en un barco que viaja al mismo puerto, y a veces nos olvidamos de que esa gente que tenemos alrededor es nuestra gente, y hay cosas que hay que saber cuidar, porque cuando somos nosotros los que necesitamos que nos cuiden, lo echamos de menos.