Más vale sólo, que mal acompañado
Es curioso que, dentro de las categorías especialmente en el ámbito laboral, aunque no exclusivamente, sólo se hable de los tóxicos, de los negativos, venenosos, dañinos, de los que molestan. No se categoriza lo bueno, lo positivo, lo que empuja hacia arriba. No existe el compañero con categoría antídoto, el beneficioso, el compañero sano…. No, sólo el malo.
Parece que damos más valor a lo malo que a lo bueno, el estar sano no llama la atención, pero si pillas una septicemia, todo el mundo está pendiente de ti, te llaman te atienden y te tienen en sus oraciones, pero amigo, si estás sano, nadie hablará de ti, nadie te tiene en su pensamiento, no eres nadie, ayudas, colaboras y estás arrimando hombro con los problemas y no cuentas.
Cuando nos enfrentamos a un proyecto grande, a algo que nos lleva al límite, física, intelectualmente o de la forma que sea, es cuando sale a la luz ese tipo de gente que no existe durante 360 días al año, porque esos 360 días son propiedad de los tóxicos, a los que se dedica un tiempo que no merecen. Nunca deberíamos gastar más de cinco minutos para localizarlos y conocerlos, para poder evitar conflictos con ellos de forma que no suframos por su actitud negativa y destructora.
Hoy con este artículo quiero homenajear a esos compañeros que están ahí, de los que nadie habla porque no ponen zancadillas, porque colaboran en silencio, porque nos ayudan a seguir, porque no necesitan títulos y porque «simplemente» valen. Esos que sin hacer ruido te sacan de un apuro, que te pasan un boli porque se te ha olvidado y te hace falta, los que te acercan una silla porque te ven cansado sin haberla pedido, esos que te preguntan si necesitas algo sabiendo que les van a encargar hacer un esfuerzo por ofrecerse.
A esa gente, la que te acerca un vaso de agua porque imaginan que debes tener sed, los que se esfuerzan antes de, no cuando ya no hay nada que hacer, esos de los que nadie habla porque son los que son de verdad y eso no es noticia:
Mil gracias por hacer tanta sombra a los tóxicos como para hacer que dejen de existir cuando de verdad se necesita un apoyo.
Nunca habrá suficiente para agradecer que estéis aquí, sois un premio para el resto de la gente y tenéis la magia suficiente como para hacer desaparecer a todos los tóxicos que haya alrededor, pasan a no existir, no cuentan, los anuláis como si nunca hubieran existido.
Y por eso merecéis que alguien os nombre, porque a pesar de sólo hablar de tóxicos, también existís los antídotos, que, en silencio, seguís haciéndonos la vida mejor.
Un millón de gracias.