Con la verdad por delante
¿Cómo está tu competencia de comunicación?
Porque, supongo que tienes claro que la comunicación es una competencia profesional y personal (difícil ubicarla sólo en uno de los dos ámbitos), que puede abrirte o cerrarte puertas de oportunidad o, cuidado con esto, de riesgo.
Probablemente sea uno de los principales contenidos de entrenamiento que he compartido con profesionales de la mayor parte de sectores de actividad empresarial de este país. He disfrutado como un niño enseñando y aprendiendo de otros, y sigue sorprendiéndome que la comunicación e influencia (me gusta denominarla así) no sea una prioridad en las inversiones en formación y desarrollo de las empresas y en los compromisos personales de todos los que trabajamos en una organización.
Me sorprende por verdades incuestionables como:
- Si no sabemos comunicar, no conseguiremos convencer y comprometer a los demás, bueno, quizá sí; pero con un alcance mísero e insuficiente.
- Nos la jugamos cada vez que comunicamos, nuestra imagen, nuestra `marca personal´ (ahora se habla mucho de esto), puede verse deteriorada o reforzada.
- Prácticamente todas las competencias profesionales necesitan de la comunicación, sin ella, ni siquiera existirían.
- Protestamos cuando `sufrimos´ una mala comunicación de otros; pero, ¡que nadie nos critique a nosotros cuando aburrimos al más santo!
- Aprender a comunicar es un camino que no finaliza nunca; pero que da satisfacciones intensas desde el minuto uno.
- …
¡Aprended a comunicar! ¡Pasen y vean! ¡Los mejores precios del mercado! ¡No se lo pierda caballero, saldrá con un regalo sorpresa!
No nos equivoquemos, esto es más serio de lo que podamos creer
Es imprescindible ser consciente de lo importante que es para nosotros alcanzar un nivel competencial adecuado en comunicación, si queremos iniciar su desarrollo. Sin esa `consciencia´ todo intento termina quedándose en el baúl de las buenas intenciones.
Tan importante es esto, que los que dedicamos parte de nuestro tiempo a formar a otros, tenemos claro que parte del tiempo de entrenamiento tiene que dedicarse a convencer, persuadir, alertar de los riesgos que se corren y de las oportunidades que se pierden, tanto profesionales como personales, si no se dispone de un nivel competencial adecuado.
Este es el necesario primer paso de cualquier programa individual o grupal de desarrollo de cualquier competencia. Sin él, se perderá tiempo e incluso se frenará todo intento de crecimiento.
Ten el coraje de enfrentarte al espejo de tu comunicación. Empieza siendo consciente de lo que te estás jugando y de lo que condicionas en los demás con lo que haces y con cómo haces lo que haces.
Este es el primer gran paso en el desarrollo competencial, tanto de la comunicación como de otras que conoces bien como la negociación, comercialización, liderazgo, adaptación al cambio, gestión de conflictos, organización, planificación, toma de decisiones, tolerancia a la presión, gestión de la confianza…
A partir de aquí, lo primero que debemos entender es que, precisamente, la comunicación es una competencia y, como tal, podríamos definirla como:
Conjunto de disposiciones, criterio, conocimientos y técnicas que nos permiten demostrar nuestra habilidad o destreza en el manejo eficiente y eficaz de situaciones en las que se requiere conseguir alguno o algunos de los objetivos asociados a la comunicación.
Sí, ya sé que el mundo de las definiciones no es atractivo y especialmente en los tiempos que corren, en los que enfrentarse a interpretar un texto de más de tres líneas se antoja como una auténtica proeza.
Voy a intentar ponerlo más sencillo y, para ello, comparto el siguiente esquema que contiene todo lo que aparece en la definición anterior.
La figura negra que está en el interior del dibujo, somos nosotros, con nuestra personalidad, forma de ser… Es evidente que todos somos diferentes, gracias a Dios, y esas diferencias hacen que nuestra forma de abordar una competencia tengan nuestro sello de identidad personal.
Por fuera del dibujo, está la mochila profesional. Ese recipiente que llevamos a la espalda y en el que vamos añadiendo consecuencias de nuestras experiencias profesionales y de las de otras personas que tenemos la oportunidad de conocer y/o compartir.
El dibujo se compone de tres partes de color. Tienes el criterio, el que nos permite interpretar con acierto el escenario en el que debemos poner en juego la competencia, en este caso, la comunicación; las herramientas que se integran por los conocimientos y habilidades que precisamos para manejar bien las situaciones de comunicación; y, en tercer lugar, la motivación, es decir, la predisposición que demostramos a actuar, con una determinada intención, y a hacerlo de una manera concreta.
Existe un trozo del dibujo, abajo a la derecha, que está en blanco. Con él represento la consecuencia de todo lo anterior, lo que hacemos y cómo lo hacemos. Por si te sirve de algo, es lo que tiendo a denominar `la expresión competencial´.